lunes, 26 de septiembre de 2016

Las cosas que perdimos en el fuego, de Mariana Enriquez

1.
Nada me da más ganas de leer un libro que el hecho de que alguien me lo recomiende especialmente, y al mismo tiempo me lo preste por iniciativa propia, lo que podríamos resumir en la frase con dos núcleos verbales: "Tenés que leer este libro, tomá". Con Las cosas que perdimos en el fuego de Mariana Enriquez me pasó no una sino dos veces: dos amigxs no relacionadxs entre sí (primero Andi del taller de guión autogestionado AKA La Liga de la Justicia Poética, y después Eze de jiu jitsu #BJJLIFESTYLE... ah re que el pibe ponía un hashtag en un blog #recualquieraelpibe) trajeron este libro hasta mis manos porque les había hecho pensar en mí.

2.
Justo es reconocer, por otro lado, que tampoco hay que sorprenderse tanto: Las cosas que perdimos en el fuego es un libro de esos que hacen a un buen regalo porque seguramente le vaya a gustar a cualquiera que más o menos disfrute de leer algo con lomo. Virtudes: es de cuentos cortos; es de género -de terror, pero siempre inscriptos en un cotidiano bien argentino o regional-; tiene una legibilidad a prueba de mamás. Mariana Enriquez escribe súper bien (#oficio), tiene unas ideas inquietantes y es muy buena generando imágenes y climas (#talento). Y por encima de eso, lo que a mí en particular me deja resoplando después de algunos de los relatos es el timming que tiene la Enriquez para terminarlos, no necesariamente en el desenlace, muchas veces sin la explicación Scooby Doo que nos tranquiliza aunque la última imagen sea un niño descuartizado en un charco de sangre.

3.
Hay un cuento, el último, que lleva el título del tomo, y está muy bien (ninguno me pareció que no estuviera bien), pero no es el que más me gustó. Mis preferidos fueron "Tela de araña" (puesto número 1, acá podríamos usar el numeral para lo que fue creado, #1); "El chico sucio", que abre el tomo (compite por el #1 también); "Fin de curso"; y "Verde rojo anaranjado". Y "La casa de Adela", excelente. "Los años intoxicados" también está re bueno y además es el que más remite -por las drogas y por las alucinaciones y por la música un poco- al único otro libro de la Enriquez que leí hasta ahora, su ópera prima Bajar es lo peor, escrita a los 21 años de la suprascripta, o sea hace unos veinte. Espero leer prontamente los libros que van en el medio.

sábado, 24 de septiembre de 2016

El final de la modernidad judía : historia de un giro conservador, de Enzo Traverso

1.
En este LIBRAZO escrito casi que para mí, el historiador italiano Enzo Traverso (A sangre y fuego : de la guerra civil europea, 1914-1945; El totalitarismo : historia de un debate; La historia desgarrada : ensayo sobre Auschwitz y los intelectuales; entre otros libros con subtítulo) parte de una premisa: la modernidad judía ha terminado. La historia de los judíos, o de la judeidad, se desarrolló de cierta manera entre la emancipación -lograda gracias a la Ilustración en casi todos los países europeos- y la Segunda Guerra Mundial. A partir del Holocausto y de la creación del Estado de Israel, ese desarrollo terminó, dando paso a otro, con nuevas definiciones de judeidad, nuevas tendencias en la historia de los judíos. Es justo aclarar que Traverso se dedica a la historia intelectual, y para Traverso, los judíos que protagonizan la historia de la modernidad judía y de su giro conservador no son ni los comerciantes, ni los obreros, ni las masas judías en general, sino los intelectuales, los pensadores, y los políticos. De alguna manera, es una historia de los grandes hombres antes que una historia social. Habría que investigar si las conclusiones a las que arriba el Enzo para con los personajes a los que se refiere en esta obra son aplicables a los judíos como grupo social, en las diferentes clases sociales en las que se inscriben en Europa y América. 

2.
Trotski y Kissinger encarnan, más allá de la distancia cronológica que los separa, dos paradigmas antinómicos de la judeidad. El primero dejó su impronta en los años de entreguerras; el segundo, en los años de la Guerra Fría. (...) Paralelamente, los rasgos distintivos de la diáspora judía -movildad, carácter urbano, textualidad, extraterritorialidad- se han extendido al mundo globalizado, contribuyendo así a normalizar a la minoría que los encarnó en el pasado. (...) La modernidad judía, por consiguiente, ha agotado su trayectoria. Después de haber sido el principal foco del pensamiento crítico del mundo occidental -en la época en que Europa era su centro-, los judíos se encuentran hoy, por una suerte de reversión paradójica, en el corazón de sus dispositivos de dominación. Los intelectuales han sido llamados al orden. (Pág. 12-13).
3.
El libro se estructura en capítulos de una forma bastante similar a como lo hace Michael Löwy (maestro de Traverso) en su GRAN LIBRO reseñado en este blog, Redención y utopía. Se define qué es la modernidad judía, se caracteriza a los judíos "subversivos" de esa época -incluyendo qué relación tenían y cómo definían éstos a su judaísmo-, se caracteriza luego a los judíos "de orden" o "de Estado", incluyendo a los judíos de Estado de la modernidad judía (como Benjamín Disraeli) y llegando a los judíos neoconservadores (Leo Strauss, Kissinger, entre otros). En dos capítulos, Traverso despliega todo el núcleo de su argumentación. Siguen luego tres capítulos que agregan o comentan el corpus. En el tercero de los capítulos del libro (y en esto me acordé de Löwy) Traverso dedica 40 páginas completas a un sólo personaje: mi amiga personal Hannah Arendt, a quien destaca como una visagra entre una época y otra, una y otra formas del judaísmo y de los (intelectuales) judíos (como Kafka y Walter Benjamin en el libro de Löwy, que no encajarían exactamente ni en el polo mesiánico ni en el polo libertario de su esquema, sino justo en el medio, uno por la negativa y el otro por la positiva). Es un capítulo hermoso. Y contiene una gran interpretación del libro más famoso y peor leído de la Hannah Arendt, Los orígenes del totalitarismo.

4.
Después dedica un capítulo al tema de la islamofobia, que para Traverso sustituyó a la judeofobia en el rol de identidad negativa en la que sostener la identidad europea (el europeo definiéndose siempre como lo que no es ese otro, antes el judío del estereotipo antisemita, ahora el musulmán cuyo estereotipo, llama la atención Traverso, es muy similar al anterior), otro capítulo al tema del sionismo como uno de los motivos del giro conservador del judaísmo (me dio ganas de leer el libro de Ilan Pappe que vengo rehuyendo por miedo a pasarla demasiado mal), y uno más al tema del Holocausto como religión civil de los Estados occidentales. Diez Ale Schonfelds (sobre diez).



miércoles, 7 de septiembre de 2016

Sueños y pesadillas, de Dalia Rosetti

1.
Este me lo regaló Manu por mi cumple. Me gustó, la pasé bien. Es así como que bien rarísimo, una aventura de una chica que se llama como la autora (o sea como el pseudónimo de la escritora: Dalia Rosetti es en realidad la artista plástica Fernanda Laguna), que empieza en un baile de un colegio católico teniendo sexo con una chica de otro colegio y rápidamente pasa (a través de una chimenea) a un castillo medieval imposible, poblado de santas como las de yeso pero de carne y hueso, en un mundo de nombre Yotemia. Hay magia y hay absurdo. La aventura por momentos sigue un relato lógico, por momentos abandona las cosas para pasar a otras que nada que ver. Juegan el humor, el deseo lésbico, la poesía y la pavada en partes iguales e igualmente importantes. 

2.
Agarro una cita al azar, comienzo de capítulo cuatro, "Conocer a quién admirás":
Mi nombre es Dalia Coraje. No he nacido ni para la oración ni para la mortificación, y a la vez es lo que me sale por eso tengo tan buena reputación entre las santas. Santa Teresita, tan linda... recuerdo su rostro sexual, mirando a cámara, mirando a Dios, mirando a todos. La cámara infinita que todo lo incita y ella, una santa que se negó a todo para entregar una imagen perfecta de sí misma, a las heraldas de la pasión. Ejércitos de velas a sus pies. Encendidas las llamas del deseo. Y yo la tuve entre mis manos ya sea de yeso, ya sea de lo que fuera. La textura suave y dura de su ropaje. Mil veces quise levantarle con mis ojos su túnica cónica. No era sexo lo que yo pretendía... era amor. Era el amor perfecto de Dios a través de su santidad sexuada. Oh... Señor, tu sierva. Sólo quiero ser feliz, perfecta y dulce. Ella lo sabe y por eso es santa. Dios es el mal necesario para que sea posible su belleza. Y ahora ella aquí, parte de mi sueño real. El mal hecho carne para que la bondad sea conquistada.
Da una muestra del tono de la novela, que de todos modos es cambiante como la narración misma. Unos capítulos después de las santas, el castillo queda atrás, nos vamos a cualquier otro lado, a un bar en una ciudad balnearia donde una mafia corta pelo... en fin. Es un libro raro, muy divertido, muy lesbiano, muy ingenioso, imposible de contar siguiendo la trama (me doy cuenta ahora, escribiendo esta reseña), del que ahora (la estoy escribiendo meses después de leerlo) me quedan imagenes, escenas inconexas, bastante más que con otros libros. Banco.

sábado, 3 de septiembre de 2016

El Holocausto. El Tercer Reich y los judíos, de David Engel

1.
(Esta es una reseña que hice para la facultad.)

2.
Un encuentro entre víctimas y victimarios

El Holocausto. El Tercer Reich y los judíos, del académico estadounidense David Engel (quien se desempeña como profesor de Estudios Hebreos y Judaicos de la Universidad de Nueva York y profesor de Estudios del Holocausto de la Fundación Maurice R. y Corinne P. Greenberg), es un breve pero conciso manual histórico, que en poco más de ciento ochenta páginas que incluyen unas sesenta de aparato erudito entre selección de documentos, glosario, bibliografía y mapas, se propone dar cuenta de la historia (y en parte, del debate historiográfico) de lo que el propio autor denomina “el encuentro entre dos grupos humanos”: los nazis, y los judíos europeos que estuvieron bajo su órbita  (p. 11). Para lograr un objetivo tan ambicioso, el libro se vale, por un lado, de una estructura muy bien organizada, y por el otro, de una delimitación precisa del objeto de estudio, que gira en torno pura y exclusivamente de los tres elementos presentados en el título, dejando fuera del análisis otros temas directamente relacionados con el mismo, como ser las condiciones socioeconómicas que explican el ascenso del nazismo en Alemania. Este punto es a la vez una fortaleza y una debilidad del texto, porque si bien permite una comprensión rápida de los argumentos esgrimidos, deja algunos vacíos importantes. Sin ir más lejos, el autor explica que la mayoría de los votantes del Partido Nazi hasta 1933 no adscribían a las premisas antisemitas de Hitler y sus colaboradores, y que incluso en años posteriores la opinión pública alemana condenaba las acciones violentas contra los judíos, pero deja sin plantear la cuestión de qué elementos del programa político nazi sí le granjearon el apoyo de los alemanes como para permitir que los aspectos antisemitas pudieran ser obviados por ellos.

3.
En la primera parte (“Fundamentos”), Engel hace una brevísima historia del pueblo judío, y desarrolla sumariamente los debates principales que envuelven a todos los estudios sobre el Holocausto, es decir, los debates acerca de la singularidad del mismo versus su inscripción en el término más abarcativo de genocidio, acerca de si se debe estudiar la persecución y exterminio del pueblo judío separada de la de otras víctimas del régimen nazi, y por último acerca de la inteligibilidad o no del hecho histórico en cuestión. Si bien en aras de cierta objetividad que el autor busca mantener durante todo el libro se guarda de censurar otras posiciones, Engel se inscribe entre quienes creen perjudicial entender al Holocausto como un hecho incomprensible, y declara su intención de demostrar al lector que, a pesar del horror, la comprensión es posible y necesaria.
En la segunda parte, titulada “Análisis”, el autor desarrolla metódicamente el asunto central del libro. En primer lugar, sopesa los roles de Hitler, los nazis y los alemanes en relación con los judíos y la ideología que originó la persecución y el exterminio. A continuación, expone las políticas de persecución a los judíos que antecedieron al Holocausto, y para ello se adentra en el debate historiográfico entre intencionalistas y funcionalistas (tomando partido implícitamente por los segundos, al colocar sus argumentos siempre como respuesta a los de los primeros). A esto le siguen un capítulo sobre la respuesta judía a la persecución, otro sobre el Holocausto propiamente dicho (denominado “la matanza”), y uno último sobre la respuesta judía al mismo. Es interesante que el autor dé igual extensión en su análisis a las acciones de las víctimas y de los victimarios, o incluso quizás mayor desarrollo a las reacciones de los judíos frente a su persecución y exterminio, algo muchas veces visto en textos judíos de conmemoración pero menos hallable en textos académicos de análisis histórico.
Por último, en la tercera parte (“Evaluación”), el autor retoma su objetivo de facilitar la comprensión del Holocausto en tanto hecho histórico, y toma distancia del historiador israelí Saul Freidländer, para quien no existiría hoy en día una perspectiva más clara de la que había en 1945. Encarando, no sin originalidad, el análisis del Holocausto como el de un asesinato, Engel afirma que los medios y la oportunidad para el crimen han sido suficientemente aclarados gracias a la investigación histórica, pero concede que los motivos del mismo siguen siendo opacos.
Mención aparte merece la extensa sección de documentos históricos (fuentes primarias). Leídos de corrido, los fragmentos de discursos, notas en diarios, declaraciones testimoniales y de otros tipos que selecciona Engel sirven por sí mismos como otra historia del Holocausto. 

4.
Publicado originalmente en el año 2000 por la editorial educativa Pearson, su edición en Argentina en 2006 por Nueva Visión aparece dentro de la colección Claves, dirigida por el historiador Hugo Vezzetti. Uno de los méritos del tomo es que no da por supuesto ninguno de los hechos históricos o de los conceptos mencionados, incluso redundando entre el cuerpo del texto y el glosario, lo cual es una ventaja para quien busque un libro introductorio sobre la historia del Holocausto con un nivel de lectura universitaria o de educación media avanzada. Por otro lado, para el lector avanzado en la temática, los aportes más originales se encuentran en el foco que hace Engel en la perspectiva de las víctimas sobre su situación, cuando el libro muestra el abanico de reacciones a la persecución y a la matanza, desde la negativa a creer en los planes de exterminio cuando ya estaban sucediendo, hasta la que representa el líder del movimiento juvenil Hashomer Hatzair de Wilno, Abba Kovner, para quien siendo la muerte segura, sólo quedaba la resistencia armada como respuesta.