martes, 31 de mayo de 2016

Bésame de nuevo forastero, de Pedro Lemebel

1.
Releyendo mis reseñas anteriores de Lemebel descubro que Pedrito fue uno de mis primeros acercamientos a Chile. En esa reseña de 2009 digo que:
Tengo miedo torero es mi primer libro chileno si no contamos a Antonio Skarmeta y su obra de oximorónico título, que puede ser que lo haya leído para la escuela. Lo primero con lo que uno se encuentra es con un mar de a priori incomprensible lunfardo chileno.
(Soy increíble, me cito a mi mismo). De un tiempo a esta parte viajé a Chile dos veces, una durante un mes, de mochilero (y con Manuel Embalse hicimos una película de eso, La cámara sucia, vean el trailer y gusten de nosotros en Facebook) y la otra para filmar un documental sobre Álvaro Saieh y su diario de derechas La Tercera; escucho más que nada música chilena (Javiera Mena, Los Prisioneros, Alex Anwandter...) y leí mucho Bolaño, además de a Fuguet y a algunos chilenos más. Vi varias películas chilenas que me volaron la cabeza como La once, o El club de Pablo Larraín. En fin: Ya no me resulta incomprensible el habla chilena, wn. Me volví un completo chilenófilo.

2.
Aunque sigo sin entender mucho del mapa de Santiago, haber estado ahí me llevó a leer Bésame de nuevo forastero de otra manera. Por ejemplo, tengo una imagen clara de Lemebel cruzando el puente sobre el Mapocho una y otra vez para ver a los obreros laburando debajo en "El flaco Miguel", o de la Alameda al amanecer, cuando Pedro se encuentra por primera vez con el chico hip-hop en "Eres mío niña".  También hay un cuento situado en Buenos Aires ("Hotel Boquitas Pintadas"), en el que actúan (además de Pedrito, planta permanente de su narrativa) Lohana Berkins y Fernando Peña (que hace de villana), uno en la ciudad chilena de Calama, y otro ubicado en locaciones peruanas , un cuento mochilero.

3.
Bésame de nuevo forastero es un libro de cuentos, editado por Eloísa Cartonera. Asumo que es una selección, porque no encuentro el mismo título editado por las casas editoriales grandes que lo suelen editar (Seix Barral y Anagrama), ni figura en su obra en wikipedia. Lo que encuentro es un cuento o poema suyo con ese título, pero que no figura en esta selección curiosamente. Buscando un poco más encuentro una linda reseña de Carlos Gradin, no tengo nada que agregar, léanla y cállenme. (Mentí, quiero agregar dos cosas: que después de lo poco que me gustó Loco afán, recuperé mi amor por Lemebel con este libro, y que Carlos Gradin es el creador de esta genialidad que debe verse/leerese con el sonido ON: http://www.peronismo.net46.net/ ).

lunes, 9 de mayo de 2016

Santa Evita, de Tomás Eloy Martínez

1.
Hace un par de años cursé Historia Argentina III (o sea, siglo XX) y tuve a un profesor de teórico práctico de esos que son divertidos porque les cabe el chisme histórico, "tal jugaba con tal al polo y por eso lo nombró su segundo en el Escuadrón tal, y después cuando fue presidente blablabla...". Me encantan esos profesores. Bueno, en su momento leí por recomendación suya La novela de Perón, de la que gocé como un cerdo peronista bibliófilo e historiador. Me acuerdo que en esa clase, llegados al año '52 del devenir de nuestra historia patria, el profesor entró en detalle en relación con el embalsamamiento de Evita por parte del doctor Ara, a expensas del General, y yo me pregunté por qué Perón habría decidido hacer eso. Los motivos son aprehensibles: el deseo de generar un culto a Eva, una forma de la recordación; pero no explican cómo Perón obvió el hecho de que en Argentina no solemos embalsamar a la gente, es raro, es medio asqueroso. La Argentina de los '50s no era la Rusia de los '20s en que se embalsama a Lenin, por ejemplo. ¿A nadie le pareció perturbador que en vez de darle cristiana sepultura a Evita, se la embalsamara? Digo, a los propios peronistas de la época misma, ¿no les habrá parecido medio fuera de lugar? El profesor no supo responderme.

2.
Santa Evita (1995) es una novela de ficción basada en hechos reales, en la que el escritor y periodista Tomás Eloy Martínez (1934-2010) narra, desde distintos puntos de vista (la propia Eva, el doctor Ara, el coronel responsable de esconder el cuerpo después del golpe, la madre de Eva, el propio Tomás Eloy, entre otros) la historia de María Eva Duarte de Perón en sus últimos momentos, y más luego la de sus restos fúnebres, que como es de público conocimiento tuvieron un devenir movidito que incluyó el embalsamamiento, los traslados continuos de camposanto a los que los sometieron los milicos después del golpe del '55, viajes interocéanicos, épocas de desaparición, reaparición, profanación, generándose un mito que se vio plasmado hace ya tiempo en el cuento de Rodolfo Walsh de 1966 "Esa mujer" (el cuento y su autor son parte del relato en Santa Evita) y hace poco en la película de módico éxito (a mí me gustó mucho, y eso que la vi en un avión: es que está Denis Lavant!) Eva no duerme.

3.
El libro es un golazo, se lee super rápido para sus casi 400 páginas (varias menos que La novela de Perón) porque es lo que se suele llamar "atrapante", tiene grandes momentos poéticos, personajes interesantes y los hechos en los que se basa que son increíbles. Tan increíbles que me resultó muy difícil darme cuenta qué parte es ficción pura y qué parte no. Por ejemplo: en determinado momento Tomás Eloy narra algunos relatos de personas que durante la enfermedad de Evita hicieron promesas religiosas (caminar varias provincias, permanecer de pie por días, esas cosas) para buscar la curación de la señora: los relatos son completamente inverosímiles, casi imposibles, y sin embargo resulta que están recogidos de la prensa de la época (que no significa que hayan ocurrido, pero tampoco salen de la imaginación de Martínez). Esa incomodidad entre la realidad histórica y la ficción histórica fue parte de mi goce estético, espero que sea del de ustedes también, buenas noches.