miércoles, 28 de enero de 2015

Fluyan mis lágrimas, dijo el policía, de Philip K. Dick

1.
Tardé en engancharme, porque Felipe Ka Pito hace algo muy raro, que es lo siguiente: plantea el argumento, súper fuerte el argumento, y después se va por las ramas y uno, el lector, se pregunta por qué está leyendo páginas y páginas de algo tan lateral y por qué el protagonista se preocupa por boludeces cuando debería estar concentrado en su problema principal, infinitamente más importante. A la larga, el autor vuelve al cauce, el protagonista se concentra, y el lector entiende que Felipe escribe así caóticamente porque es un capo y no por otra cosa, pero para entender eso hay que perseverar en la lectura.

2.
Qué gran título, ¿no?

3.
Jason Taverner es un famosísimo cantante y conductor de televisión en el futuro, multimillonario, famoso y diseñado genéticamente. Una noche sufre un atentado y a la mañana siguiente se despierta en una habitación de un hotel de mala muerte, siendo un desconocido. O sea, él es él, incluso tiene puesto su traje de millonario y un fajo de billetes en el bolsillo, pero no tiene documentos (y en este futuro, el Estado es un Estado policía mundial, en guerra interna constante contra la subversión representada por los estudiantes universitarios -por todos los estudiantes universitarios-) y nadie parece reconocerlo, nadie sabe quién es. Desde ahí partimos: Jason tiene que resolver su situación, siempre a riesgo de ir a parar a una granja colectiva como un estudiante subersivo si algo le sale mal. Y entonces: mujeres, mujeres locas, drogas, policías, paranoia, sexo, autos voladores y racionamiento de cigarrillos.

4.
El planteo es de por sí bueno, pero las derivaciones son mejores, y la resolución es brillante. Eso sí, como decía en el punto uno, hay que sobrellevar la impresión de deriva del principio para darse cuenta luego de que Dick sí se está ocupando de la trama, aunque uno crea que no, y a pesar de que algunas de las derivas sean sólo eso (incluso hay un capítulo, el de los canas que irrumpen en un departamento equivocado para encontrar a un gordo peludo en la cama con un nene, que no tiene más relación con la trama que el hecho de estar ubicado en el mismo universo: es como el capítulo de la escuela de Sandman IV; y siempre es agradable encontrar un cuento dentro de una novela).

5.
Nacho leyó la biografía de Dick y me contó que esta novela es de la etapa mística creo que me dijo, de cuando Dick estaba más loco. En Wikipedia dice que Dick relaciona algunas escenas de la novela con su propia biografía, como el capítulo en el que el policía Félix Buckman abraza a un negro en una estación de servicio. Álvaro me dijo que lo que le gusta del libro es que es ciencia ficción pero si se hicera una adaptación cinematográfica todo podría filmarse en Buenos Aires, en el microcentro: el futuro para Dick también llegó hace rato.

sábado, 24 de enero de 2015

¿A quién quiero engañar?, de Dani Umpi



1.
Creo que este no es el cuarto libro de Dani, sino que hubo otros entre Sólo te quiero como amigo y ¿A quién quiero engañar? de los que la maldad uruguaya o argentina nos privaron (o sea, que no se editaron acá). Por lo pronto, éste nuevo libro, el primero de cuentos que leo de Dani, es de la editorial uruguaya Criatura editora, pero se consigue en Buenos Aires también. Muy linda la edición, con "hojas de respeto" negras de mayor gramaje y todo. 

2.
Por si hay despistadxs que no saben quién es nuestro autor: Dani(el) Umpi(érrez) es un artista uruguayo multitasking. Es músico (y soy fan), tiene dos discos de electropop increíbles: Perfecto (2005) y Mormazo (2011) además de dos discos de covers con piano y voz. Los videoclips del último disco son geniales, mi favorito es éste (por lo bien pensado que está en su -falsa- sencillez):


Dani también es artista plástico (no conozco mucho lo que hace en ese rubro, pero confío) y, obviamente, escritor. Su novela Miss Tacuarembó fue adaptada en la peli homónima, pero mi novela favorita suya sigue siendo Aún soltera, que leí hace mucho, antes de tener este blog.

3.
¿A quién quiero engañar? es, decíamos, un libro de cuentos. Me gustaron todos, más o menos; los que menos me gustaron están buenos igual, y los que más me gustaron me re gustaron ("El recuerdo del futuro", que se parece a la canción "Porvenir" de Mormazo; "El videoarte chileno", "Fotografía", "Tipo de persona", y, en el puesto número uno, "El vestidito transparente"). Lo más notable es que Dani Umpi, que en sus dos primeras novelas planteaba protagonistas femeninas -la señora trans de Aún soltera y Natalia de Miss Tacuarembó- y en la tercera uno masculino -el chico gay de Sólo te quiero- parece que en este libro se propuso explorar todas las voces posibles del arco HLGBTQIA (bueno, no todas esas en realidad: es una forma de decir). Hay protagonistas masculinos y femeninos, hetero y gays de ida y de vuelta. Lo más novedoso en ese sentido son el protagonista hetero de "La represa hidroeléctrica" (a todo esto, muy bolañanos los títulos, aguante), seguido de la lesbiana chilena de "El videoarte chileno". A mí entender lo logró en todos los casos; le creí con todos los protagonistas.

miércoles, 14 de enero de 2015

Llamadas telefónicas de Roberto Bolaño

1.
La hago corta. Bolaño es el mejor, uno de los cuatro más capos del mundo, todo lo que escribe es bueno, no hay como pifiarle. Y como suele suceder, más garantía de confianza tienen sus libros cuando fueron editados en vida de Roberto: nos asegura que él consdieraba que esos textos eran buenos (o legibles, aunque creo que Bolaño sí sabía que era bueno, no me suena que fuera de esos con falsas modestias). Llamadas telefónicas es un libro de cuentos y se editó por primera vez en 1997.

2.
Hay cuentos con temática estadounidense, hay uno muy argentino. Hay uno que tiene elementos de La pista de hielo. Mis cuentos favoritos fueron los dos con temática rusa ("La nieve" a la cabeza, seguido de "Otro cuento ruso"), y el de la actriz porno, "Joanna Silvestri". Ese me encantó. Es un capo. Todos me gustaron, igual.

jueves, 8 de enero de 2015

La supremacía Tolstoi y otros ensayos al tuntún, de Fabián Casas

1.
Qué podemos decir de Casas. En un momento era nuestro escritor argentino favorito. Después perdió la capacidad o las ganas de escribir o de publicar novelas o cuentos o poesía (salvo algunas poesías nuevas, que están junto con sus poesías anteriores compiladas en Horla City y otros y que a mi parecer son peores que sus predecesoras) y se dedicó exclusivamente a esto de los ensayos bonsai (y a publicar en suplementos culturales, y a escribir libros para chicos y guiones ligeros para películas de Alonso, véase mi reseña de Jauja en nuestro blog hermano de reseñas de películas, El mundo del espectáculo). O sea que leímos Ensayos bonsai -hace mucho, más o menos en la misma época en que habíamos leído y releído Ocio seguido de Veteranos del pánico y Los Lemmings y otros cuentos y sus libros de poesía editados por Vox o por Eloísa Cartonera o por Mansalva-, después leímos Breves apuntes de autoayuda, y ahora éste, La supremacía Tolstoi y otros ensayos al tuntún, en el mismo orden que los dos anteriores.

2.
Como siempre, Casas escribe súper bien y sus ensayos bonsai son interesantes aunque no sean los temas que más copen al lector. La ideología de Casas, por otro lado, ha ido poniéndose más y más mustia con el paso de los libros. En repetidas ocasiones afirma que la naturaleza es de derecha, y lo justifica con argumentos pobres y lugares comunes (como lo de la selección natural). La eutanasia no es de derecha, Fabián, y ayudar a los discapacitados o a los ancianos no es de izquierda. Y en uno de los textos tira esta frase, que tiene mucho efecto pero es una idiotez y hasta una hijaputez: 
En este caso se puede afirmar que las Madres de Plaza de Mayo fueron infiltradas dos veces: una vez por el asesino Astiz y otra por el ex presidente Kirchner. 
Bueno. Lo peor es que tira esa  barrabasada y luego cambia de tema: ese ensayo (que lleva el título de su libro anterior, "Breves apuntes de autoayuda") es de los más random del tomo.

3.
Otra cosa que hace Casas y que es polémica -aunque en esto lo banco- es volver a contar una y otra vez la misma historia, de otra manera y por otro motivo. Al tío Bruno ya lo conocemos, y la referencia al cuento de Bradbury "La Tercera Expedición" está en dos ensayos de este mismo libro, desarrollada largamente las dos veces como si fueran la primera.

4.
Pero lo más polémico de todo es el precio. $215. Yo lo compré a $95 en la librería de enfrente de Puán, Santiago Arcos. Fíjense porque cada tanto ponen un libro de Casas en oferta en la puerta, con la excusa de que el ejemplar está fallado o algo por el estilo (ahí conseguí el anterior, que es de la editorial de la librería, igualmente tobara).

5.
El texto del título, "La supremacía Tolstoi" (gran título), es el más largo y lo más interesante del tomo. Es un ensayo en el que Casas se propone "dar cuenta de mis [sus] investigaciones sobre Tolstoi" y "recomendar enfáticamente su lectura. Nada más". Es re lindo y tengo muchas ganas de leer a Tolstoi, cosa que planeo hacer prontamente.

6.
El último texto, "La solarística", conferencia dictada en la cátedra Bolaño de la Universidad Diego Portales de Chile, es el segundo más lindo.

sábado, 3 de enero de 2015

La Virgen Cabeza, de Gabriela Cabezón Cámara

1.
En La Vírgen Cabeza hay una mujer, periodista de policiales (Qüity), que tiene una relación amorosa con una travesti villera llamada Cleopatra (o sea una relación onda Laurence Anyways). Cleopatra a su vez habla con la Virgen María, por lo que se la conoce como la hermana Cleo. Qüity y Cleo intentan crear una sociedad utópica en la villa, con cría de carpas en canales, pero en su afán se verán enfrentadas a policías y tranzas sanguinarios. O sea, es un argumento por lo menos estrafalario, que me hizo acordar a algunas novelas de Aira. Lo curioso es que el tono de la novela, o el tono de la narradora protagonista, que es la periodista Qüity, es bastante oscuro, como si fuera el de un policial negro o un policial de conspiraciones políticas (y por momentos la trama toma esos caminos). Sin ir más lejos el primer capítulo habla de hijos muertos, asesinados, en el tono más dramático posible (sobre todo porque yo venía de leer Electrónica, reciencito): yo creí que estaba por leer un dramón. En algunos episodios, la voz de la narración es la de la hermana Cleo: y ahí todo se vuelve más luminoso, más Puig o Dani Umpi.

2.
Las diferencias entre los tono y las tramas, y algunas cosas más como la elipsis zarpada para contar o no contar lo de la ópera cumbia, o el capítulo que rima, hablan de la libertad con la que Cabezón Cámara decidió escribir esta la novela. Aplauso a eso.

3.
La novela está buena. No me voló la cabeza (la virgen cabeza) pero me gustó bastante. La prosa es un poco enrevesada, con muchas palabras fuertes, pero cuando entrás en el ritmo se lee como droga. Yo la leí en dos días.

viernes, 2 de enero de 2015

Electrónica, de Enzo Maqueira

1.
De Enzo Maqueira no sé nada, salvo que nació en 1977 y que en Wikipedia tiene una entrada que es muy autobombástica. Dice: "Su novela Electrónica está considerada la novela de una generación, al retratar con ironía y melancolía el devenir de la clase media argentina semi-culta y universitaria de principios de siglo XXI". Lo que obviamente significa que alguien la ha considerado etc. Yo no diría "la", porque me parece mucho, pero sí diría que es una novela sobre una parte de la clase media de una generación. Hay una protagonista (la profesora) y un personaje secundario que protagoniza una subtrama (su amigo el ninja). Ambos personajes son a la vez la excusa para retratar a todos aquellos que tuvieron veinti a fines de los noventa y comienzos de los dos mil y fueron a ciertas fiestas (electrónicas) y tomaron ciertas drogas (relacionadas con esas fiestas) y que además fueron a Puan. 

2.
Lo primero que descubrís en Electrónica es que está escrita en segunda persona del singular, aunque de golpe pasa a tercera, a veces en la misma frase. El recurso (esto no le quita mérito, pero) es similar al de Agosto de Romina Paula (gran novela que está toda en segunda persona) y al de "Usted se tendió a tu lado" de Julio Cortázar (cuento, que también está narrado en segunda, pero pasa del tú al usted según a qué personaje se refiera). Cuando está justificado por el argumento, como en estos tres casos, el recurso garpa. Por otro lado, por otros motivos (lo de Puán, lo generacional) Electrónica también me hizo acordar a Pola Oloixarac y su en ese momento sobrevaluada novela Las teorías salvajes aunque Electrónica me gustó mucho más. Y una relación más: el padre enchufado al respirador y a la tele en el canal porno es como el padre de El año en el desierto de Pedro Mairal, enchufado a la tele. Qué buena metáfora la puta madre.

3.
La leí en un día, sin parar (por eso lleva la etiqueta "droga", aunque también podría ser temática). A mis amigos les va a gustar. Recomiendo. Está buena para vacaciones. Te atrapa porque la seguís a ella, querés saber cómo está, qué le pasa, qué piensa. La identificación está muy bien lograda. Además, quién no estuvo enamorado y se comió la cabeza alguna vez como le pasa a la profesora.

4.
Al final hace un cameo Sebakis. ¿Lo sabrá?

5.
El eximio director teatral Gonzalo Facundo López prepara (¿para este 2015?) junto al excelso dramaturgo Mariano Javier Clemente la adaptación teatral autorizada de esta novela: se viene zarpada. Permanezcan alertas. 

jueves, 1 de enero de 2015

Atrapa el pez dorado, de David Lynch

1. 
Durante el primero de enero me dediqué en cuerpo y alma a no hacer nada y a leer por partecitas Atrapa el pez dorado (Catching the Big Fish) de David Lynch, ese libro que desde la tapa reconoce su lejanía temática con el cine mediante el subtítulo "Meditación, conciencia y creatividad". Lo leí casi de casualidad: lo había llevado alguien más y lo empecé como si lo estuviera hojeando (u ojeando, me fascina cómo esta palabra tiene sentidos similares con dos raíces diferentes) pero era tan fácil de leer que seguí y en un momento lo terminé.

2.
Atrapa el pez dorado es un libro de formato cuadrado, capítulos de máximo tres carillas y un total de 200 páginas. Básicamente, se trata de que Lynch quiere que todos hagamos meditación trascendental 20 minutos dos veces por día, porque ese tipo de meditación permite "agrandar el contenedor" en el que buscamos "atrapar al pez más grande" (que sería LA IDEA), y eso. Hay muchos capítulos que dicen eso, de diferentes maneras, una y otra vez. En ese sentido, es insoportablemente redundante. Hacia el final, Lynch parece Zoolander. No lo podía creer cuando leí esta frase: "Mi fundación, la Fundación David Lynch para la Educación Basada en la Conciencia y en la Paz Mundial...". Y aunque el capítulo siguiente se trata de por qué no es una boludez el concepto de Paz Mundial, sigue siendo muy Zoolander. 

3.
Pero, hay un pero. Y ese pero es que David Lynch es David Lynch. Entonces cuando te habla de la importancia de la meditación en su vida y en su obra, y te acordás de que su obra es lo más, te lo tomás un poco más en serio. Y como Lynch se ve que sabe eso, entre medio de los capítulos sobre por qué todos deberíamos meditar hay un montón de capítulos -más que un tercio del libro diría- con anécdotas sobre sus películas, o sobre Twin Peaks. Muchas ya las conocía, porque son las mismas de las entrevistas, los extras de las pelis y series, pero algunas no. Hacen que valga la pena el libro.

4.
Hay dos capítulos que se titulan "Fellini" y "Kubrick", respectivamente. Al parecer, Kubrick dijo una vez que su película favorita era Eraserhead. Qué zarpado.

5.
Este libro me hizo acordar de una cosa más: qué yanqui que es David Lynch, a pesar de todo. Sobre todo por dos capítulos. Uno se titula "Drogas", y plantea una postura careta ultra yanqui ochentosa, tipo los jóvenes usan drogas para expandir la conciencia pero en realidad se hacen mal, mejor que mediten, yo cuando era joven fumé porro pero dejé. Muy berreta me pareció. El otro se titula "Disponer de una instalación", y dice: 
...A veces se te ocurre una idea, la ves, pero para llevarla a cabo necesitas lo que yo llamo una "instalación". Por ejemplo, tal vez necesites un taller para trabajar o pintar. O un estudio para hacer música. O una sala de ordenadores donde poder escribir. Es crucial tener una instalación así para, en cualquier momento, cuando se te ocurra una idea, disponer del lugar y las herramientas necesarias para llevarla a cabo. 
Es exactamente la idea opuesta a la que postula Bukowski en este hermoso poema, que hace quedar a Lynch como una señora de country:

Aire y luz y tiempo y espacio, de Carlos Bukowski

"sabes, yo tenía una familia, un trabajo, algo
siempre estaba
en el medio
pero ahora
vendí mi casa, encontré este
lugar, un estudio amplio, deberías ver el espacio y
la LUZ,
por primera vez en mi vida voy a tener un lugar
y el tiempo para
CREAR"

no, bebé, si vas a crear
vas a crear aunque trabajes
16 horas por día en una mina de carbón
ó
vas a crear en una piecita con 3 chicos
mientras estás
desocupado,
vas a crear aunque te falte parte de tu mente y de
tu cuerpo,
vas a crear ciego
mutilado
loco,
vas a crear con un gato trepando por tu
espalda mientras
la ciudad entera tiembla en terremotos, bombardeos,
inundaciones y fuego.

bebé, aire y luz y tiempo y espacio
no tienen nada que ver con eso
y no crean nada, 
excepto quizás una vida más larga para encontrar
nuevas excusas.

(versión en inglés acá)