lunes, 10 de noviembre de 2014

Fragmentos de un discurso amoroso, de Roland Barthes

1.
Yo creo que existe un género literario oculto o por lo menos disimulado entre los demás, un género conformado por algunos libros que generalmente se clasifican entre los de psicología, sociología, filosofía, quizás incluso gestión de las organizaciones. Lo llamaremos "autoayuda para intelectuales", y en este solemne acto el concepto pasa a ser una etiqueta más para reseñas de este blog. Con carácter retroactivo, se le aplica a: El arte de amar; El miedo a la libertadEl tesoro de los humildes. Regístrese, comuníquese, publíquese y archívese. 

2.
Ya lo dijo Federico Liptak: hablar sobre amor en términos "académicos" está desprestigiado. También lo dice Barthes, hablando acerca de El banquete:
En El banquete, Erixímaco comprueba con ironía que ha leído en alguna parte un panegírico de la sal, pero nada sobre Eros; y es porque Eros está censurado como tema de conversación que la pequeña sociedad del Banquete decide hacer de él la materia de su mesa redonda: se diría intelectuales de hoy aceptando discutir a contracorriente, precisamente del Amor y no de política, del Deseo (amoroso) y no de la Necesidad (social). 
3.
Este debe ser el mejor libro que leí en todo 2014. El mejor escrito, el más inteligente, el que más me conmovió, el más todo. Fragmentos de un discurso amoroso es un libro difícil de describir. De hecho, yo no lo entendía hasta pasados el prólogo ("Cómo está hecho este libro", se llama, y es un manual de uso) y las primeras entradas o capítulos. Pero sobre la marcha se termina comprendiendo perfectamente. Lo que hace Barthes es esto: identifica una serie de figuras del discurso (al fin y al cabo él era un lingüista y este libro también es sobre lingüística, y sobre crítica literaria, y sobre psicología y sobre filosofía), les escribe una definición adjunta, y luego, en parágrafos a la Benjamin, las desarrolla, analiza, estudia. Por ejemplo, la figura LOCO se define así: "El sujeto amoroso es atravesado por la idea de que está o se vuelve loco". Y sobre la misma dice, entre otras cosas:

Desde hace cien años se considera que la locura (literaria) consiste en esto: "Yo es otro": la locura es una experiencia de despersonalización. Para mí, sujeto amoroso, es todo lo contrario: es a causa de convertirme en un sujeto, de no poder sustraerme de serlo, que me vuelvo loco. Yo no soy otro: es lo que compruebo con pavor. 
Y esa cita la acabo de agarrar al boleo, no estaba ni subrayada, con lo que queda demostrado que Barthes es un genio y que todo el libro es un quilombo de genialidad.

4.
Si uno (el o la lector/a) alguna vez estuvo o bien está enamorado/a, es probable que se sienta profundamente identificado con todo lo que dice el pobre Barthes y todo lo que le pasa al pobre Barthes, y sufra dulcemente. Barthes, por su parte, se regocija en el sufrimiento de identificarse con Werther. Lo cierto es que Fragmentos de un discurso amoroso es un libro bastante emo, donde el protagonista (el sujeto amoroso, "el que habla / y dice", Barthes, el lector) básicamente se clava las espinas. En un momento me empecé a preguntar por qué para Barthes el amor es dolor. Y hacia el final del libro, en una de las pocas entradas que hablan de una figura relacionada con lo positivo (SACIEDAD o COLMO), Barthes me dio la respuesta que necesitaba:

Saciedades: no se las menciona -de modo que, falsamente, la relación amorosa parece reducirse a una larga queja-. Es que si es inconsecuente hablar mal de la desdicha, en cambio, en la felicidad, parecería culpable de estragar su expresión: el yo no discurre sino herido; cuando estoy colmado o recuerdo haberlo estado el lenguaje me parece pusilánime: soy transportado fuera del lenguaje, es decir fuera de lo mediocre, fuera de lo general: "Se produce un encuentro que es intolerable a causa del gozo y a veces el hombre queda reducido en él a nada; es lo que llamo el transporte. El transporte es el gozo del que no se puede hablar".
"El yo no discurre sino herido" es una frase del carajo. Porque además de que el contenido es brillante, la prosa de Barthes no puede más de genial.

5.
Única recomendación: antes de leer Fragmentos..., tómense cuatro viajes largos en bondi, o dos días de playa, o algo así, y lean enteros Werther de Goethe y El Banquete de Platón. Son cortos y bastante entretenidos, así que no es un gran sacrificio. Se los digo porque Fragmentos... es casi casi un libro sobre Werther en un punto -casi todos los momentos de Werther deben aparecer como ejemplo de algo- y se te va a espoilear toda la trama. A los ejemplos tomados de Werther le siguen en segundo lugar los ejemplos tomados del de Platón, y aunque de ese no hay mucho que espoilear, igual está bueno haberlo leído primero.

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