miércoles, 17 de septiembre de 2014

El club de la pelea, de Chuck Palahniuk


1.
Me acabo de dar cuenta, ahora que lo tuve que escribir, que es Palahniuk. O sea [PALANIUK]. Yo vengo hace años llamándolo [PALAINUK]. Espero que no se haya enterado.

2.
La primera regla del Club de la Pelea es no hablar jamás del Club de la Pelea... ah re.

3.
Cada vez que cerraba el libro, empezaba a cantar esta canción, tipo acto reflejo.

4.
Obviamente, todo el mérito a Chuck Palahniuk por haber pensado y escrito una historia TAN INCREÍBLE. Posta. No sólo el argumento y los personajes (Bob te amamos) sino también la prosa, que si viste la película conocés porque toda esa voz off no es más que una lectura del libro. Pero, lamentablemente, el libro quedó vencido después de la película. Ni siquiera recomiendo leerlo si no la viste: salteatelo y pasá directo al cine. O sea (Spoiler Alert a continuación, pero si viste la película no tenés nada que temer y podés seguir leyendo):
La película es mejor que el libro. Es mucho más interesante ver cómo David Fincher se ocupa de ocultar/exponer la doble personalidad del protagonista en la película que encontrar las marcas de lo mismo en la novela una vez que ya sabés que Tyler Durden es el propio él (la marca principal en el libro es "lo sé porque Tyler lo sabe": buoh). Además la película toma prácticamente todos los elementos del libro, las diferencias son muy pocas y casi que la única gracia para un fanático de la película en el libro va a ser encontrar esas mínimas diferencias, que, te ahorro el trabajo, son básicamente dos:

a.
Tyler y el protagonista no se conocen en un avión, sino que:

Mi amistad con Tyler nació porque fui a una playa nudista. Fue a finales de verano, mientras dormía. Tyler estaba desnudo y sudaba, rebozado en arena, con el pelo húmedo y desgreñado cubriéndole la cara.
Tyler llevaba ya mucho tiempo por aquí antes de que nos conociéramos.
Tyler sacaba del agua los troncos que iban a la deriva y los arrastraba playa adentro. Ya había clavado varios troncos en la arena húmeda, con varios centímetros de separación y formando un semicírculo que se levantaba hasta la altura de los ojos. En total había cuatro troncos, y al despertarme observé como Tyler arrastraba un quinto tronco playa adentro. Tyler excavó un agujero junto a un extremo del tronco, levantó la parte superior y el tronco se deslizó en el agujero, y quedó de pie adoptando un ligero ángulo.
Te despiertas en la playa.
Éramos las únicas personas que había en la playa. 
Con un palo, Tyler trazó en la arena una línea recta a varios metros de distancia. Volvió a enderezar el tronco y compactó a pisotones la arena alrededor de la base.
Fue el único que presenció la escena.
Tyler me pidió que me acercase y me preguntó:
- ¿Sabes qué hora es?
Yo siempre llevo reloj.
- ¿Sabes qué hora es?
Le pregunté: ¿Dónde?
- Aquí y ahora- me dijo Tyler.
Eran las cuatro y seis minutos de la tarde.
(...)
Lo que Tyler había creado era la sombra de una mano gigantesca. Sólo que ahora sus dedos eran tan largos como los de Nosferatu y el pulgar era demasiado corto, aunque me dijo que a las cuatro y media exactamente, la mano sería perfecta. La sombra de la mano era perfecta durante un minuto y durante un minuto perfecto Tyler había estado sentado sobre la palma de esa perfección creada por él.
(...)
Se llamaba Tyler Durden y trabajaba como proyeccionista de cine para el sindicato; también era mesero de banquetes en un hotel céntrico, y me dio su número de teléfono.
Así nos conocimos.

b.
El final es distinto porque la película termina sabiamente en el anteúltimo capítulo de la novela. Es exactamente lo mismo que pasa con La naranja mecánica. En el libro hay un capítulo más, en el que el protagonista está en un manicomio y Marla lo va a visitar, pero un enfermero le dice "Lo echamos de menos Sr. Durden". Doble buoh.

5.
Además, es imposible leer el libro imaginando otras caras -y otros torsos- que las de Eduardo, Helena y, sobre todo, Brad (¿cómo se dice Brad en castellano?). Imposible. O sea,



6.
Una cosa más, a cuenta de la imagen anterior. El homoerotismo de la novela -y luego de la película, que por lo menos se hace cargo- es tan escandalosamente obvio y a la vez ocluido como el del Mundial de Fútbol de Brasil. Parece que Chuck P. negaba todo homoerotismo en sus historias y hace poco salió del closet, mirá vos.

7.
El prólogo del libro está bueno. Pueden ir a la librería, leerlo de parados y listo.

1 comentario:

ionito dijo...

Leer prólogos de parado es re Guerrin :-)