jueves, 14 de agosto de 2014

Jerusalén: crónicas desde Tierra Santa, de Guy Delisle





1.
Hay una secuencia que me gustó mucho de Jerusalén. El protagonista (que es el autor) descubre que en los territorios ocupados, cerca del barrio palestino de Jerusalén este en el que vive, hay un supermercado gigante. En el supermercado encuentra su cereal canadiense favorito, uno que "no se consigue ni en Francia". Pero cuando lo está por sacar de la góndola, una voz en su conciencia le dice: "Cuando haces compras en los asentamientos, estás apoyando los asentamientos" (se refiere a los asentamientos ilegales que mantiene y amplía Israel en los territorios ocupados a los palestinos). El protagonista decide no comprar. Cuando se está yendo, ve salir del supermercado a un grupo de mujeres palestinas con velo, cargadas con montones de bolsas llenas de productos.

2.
Quizás la secuencia no sea del todo representativa del libro, porque en el balance general Jerusalén es mucho más crítico de la ocupación israelí que en esa página en particular. Es decir que, de las situaciones vividas y luego dibujadas por el canadiense Guy Delisle en su año en Jerusalén como marido de una médica sin fronteras, son más las que muestran lo que significa para los palestinos convivir con los checkpoints, o con los judíos ortodoxos de los asentamientos y su desproporcionada guarda militar, o con la amenaza del desalojo, o incluso con un bombardeo. Pero, igual que le pasa a cualquiera que viva en Israel, no toda la vida pasa por la ocupación, y eso se refleja en la crónica de Delisle. 






































3.
Jerusalén: crónicas desde Tierra Santa es una novela gráfica, por si no quedó claro hasta ahora. En Argentina la publicó Editorial Común, la de Liniers -el dibujante, no el barrio ni le virrey- que mantiene un muy buen catálogo -del cual ya leí y reseñé Ombligo sin fondo, Virus tropical, El Arte: conversaciones imaginarias con mi madre y Fueye-. Jerusalén está muy bueno y es muy divertido y es muy interesante (gracias Ionilaurimati) y es muy recomendable para cualquiera que quiera entender qué pasa en la región sin tener que leer artículos de Le Monde diplomatique (no digo de los diarios porque en los diarios, de Medio Oriente nunca sacás nada en limpio): realmente queda muy claro dónde radica el quid de la cuestión, a mí parecer. Delisle tiene una preocupación por la objetividad -desde la subjetividad, claro, al fin y al cabo es autobiográfica la cosa- que se ve por ejemplo en el final del libro, cuando con la mujer deciden ir a visitar la ciudad de Jebrón -en territorio palestino pero con habitantes tanto palestinos como israelíes- con dos tures opuestos, el de los izquierdistas y el de los derechistas. Doy fe de que la forma en la que retrata el tour derechista no está nada exagerada.

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