domingo, 22 de junio de 2014

Nocturno de Chile, de Roberto Bolaño

1.
Muchos dicen o escriben que esta es una de las mejores novelas cortas de Roberto, cabeza a cabeza con Estrella distante. Es posible que también sean ambas dos sus novelas más chilenas.

2.
Bolaño no decepciona nunca. No obstante, habiendo ya leído la antedicha, más las dos moles que son Los detectives salvajes y 2666, la que nos ocupa queda un poco abajo en el podio. En tren de polemizar: los acontecimientos o episodios están desconectados ostensiblemente y no tienen repercusiones los unos en los otros (¿o sí?); al episodio de las iglesias y los halcones le falta bastante magia bolañesa (¿dónde está la sensación de inminencia, dónde la sensación de significado oculto que uno siempre sospecha que puede ser sólo sensación pero que también puede ser un hecho -en la que se esconde, por su parte, buena parte del motivo por el que Bolaño es uno de los cuatro más capos del mundo: producir en el lector una sensación que tiene dentro otra sensación?). (Lo asombroso es que no inventó él el mecanismo por el que lo logra -si no que fue Borges -o lo difundió antes-: ¿este escritor existió o es inventado?, etcétera- pero sí que le aportó el elemento visceral, y uno siente que sin esfuerzo, que le salió solo: "Sordel, Sordello, ¿qué Sordello?"); e incluso al episodio tercero no despliega todo su potencial ni mucho menos (el de las clases de marxismo: cabe aclarar que estoy evitando contar las cosas importantes y esta reseña no lleva spoiler alert; si quieren que alguien les cague la trama vayan a la enciclopedia libre que en este caso no demuestra piedad alguna).

(Algún día tenemos que hablar del hecho de que escribo las reseñas influenciado estilística e inconscientemente por la cosa reseñada, es decir por lo que acabo de leer)

3.
Aparentemente disiento con las interpretaciones generales que se han hecho de esta novela: estoy en desacuerdo con tomar al joven envejecido, al río bordeado por manglares, a los señores Oido y Odiem y a la frase final de la novela como metáforas de algo concreto, porque es la opción más aburrida, así como la más ramplona. Prefiero tomar todos esos elementos como ciertos, y seguir no entendiendo qué carajos (what the fuck). Del mismo modo, hubiera preferido que Sordello no fuera nadie, pero no.

4.
A saber (Recomendaciones de uso): Nocturno de Chile dura 150 páginas con letra grande y no tiene puntos suspensivos. Manejadlo. Probablemente la mejor opción sea un micro de larga distancia o un avión o un día con fiebre (que fue como leí de corrido Estrella distante ahora que me acuerdo).

5.
Se reafirma mi teoría de que 2666 es a Bolaño como Los hermanos Karamazov es a Dosto, favor de dirigirse aquí, punto tres (3), for ferder informeishon.

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