sábado, 5 de abril de 2014

El gaucho insufrible, de Roberto Bolaño

1.
Ahorrémonos el aplauso, que va de suyo.

2.
Así como Los detectives salvajes es el libro más mexicano de Bolaño, y Estrella distante y Nocturno de Chile los más chilenos (y Una novelita lumpen el más italiano), El gaucho insufrible es el libro más argentino de todos. Por un lado, por temática: dos de los cuentos centrales ocurren en Argentina. Pero también,y más que nada, por notorias influencias argentinoides. Al mismo tiempo, es el libro más intertextual (por concentración de intertextualidades; por cantidad no podría serlo, pero eso por su extensión, no por otra cosa).

3.
El primer cuento del tomo se llama "Jim" y es el peor cuento de Bolaño que haya leído. Como es muy corto, "Jim" deja la misma impresión que este corto que no es de Haneke sino una parodia pero que muchos compu-espectadores creyeron auténtico. De todos modos, como siempre, me pregunto si el estilo a Bolaño le salía solo o cómo cazzo hacía.

3.
El segundo es "El gaucho insufrible" (dedicado a Rodrigo Fresán, a quién mencionamos recientemente en relación con Bolaño en la reseña de 2666). En la contratapa, el anónimo reseñista-publicista de Anagrama menciona respecto de este cuento "los efluvios nada santos de Macedonio Fernández y Gombrowicz". No leí a ninguno de los dos (me avergüenzo), pero me sorprende que mencione a Macedonio y a Gombrowicz antes que a los dos enormes elefantes en la habitación: el elefante ciego, Borges y el elefante tímido, Cortázar. El cuento es prácticamente una versión de "El sur"; los conejos de este cuento recuerdan, y no creo que de casualidad, a los de "Carta a una señorita en París", que dicho sea de paso fue el primer o segundo cuento que leí de Julio allá por mis años de adolescencia y fanatismo cortazariano. También quiero decir sobre "El gaucho insufrible" que me descolocó y encantó a la vez la circunstancia de diciembre de 2001 para la situación de la historia: me hizo sentir muchísimo más cerca de la obra de Bolaño que nada antes nunca. Por cierto: lamentablemente, Bolaño no pudo haber leído El año del desierto por una cuestión biográfica, pero es posible que Pedro Mairal haya leído este cuento; ¿tendrán algo que ver?

4.
Luego sigue "El policía de las ratas": top one. Es un spin-off de un cuento de Kafka. "Josefina la cantora". Puede leerse completo en internet, por ejemplo en este blog de sicotizante diseño.

5.
"El viaje de Álvaro Rousselot" se sitúa en el mundillo literario porteño de los '50, en el porteñismo afrancesado de muchachos como los de la revista Sur (nótese el nombre francentino del héroe) y tanto a mí como al (corroboro ahora) reseñista-publicista de Anagrama nos hizo acordar a Bioy Casares. Es un buen cuento. En relación con la obra anterior de Bolaño (anterior en mi cronología de lecturas) para mí es de la familia de cuentos depresivo-contemplativos como el que se llama "Gómez Palacios", de Putas asesinas.

6.
"Dos cuentos católicos". Ovación de pie con contractura.

7.
Y después siguen, para cerrar el tomo, dos ensayos literarios que fueron conferencias: "Literatura + enfermedad = enfermedad", y "Los mitos de Cthulhu". (Me encantaría verlo a Bolaño leyendo alguno de los dos textos, pero por lo pronto no está en youtube). Son muy conocidos ambos textos. El primero era citado por todo el mundo en los suplementos culturales cuando salieron esas notas sobre Bolaño hace pocos meses por no sé qué aniversario. (Debe haber sido el año pasado, por la década de muerte de Roberto). Está buenísimo, es un poco confuso, está escrito en parágrafos que recuerdan al modo poético y confuso de Walter Benjamin. También me recuerda al amigo George Perec. El segundo texto no es sobre Lovecraft, a pesar de su título: se trata de una suerte de panorama de la literatura en español, en el que Bolaño hace un poco de quilombo y bardea un poco a todo el mundo. Una sola cosa quiero resaltar: Bolaño empieza estableciendo un paralelo entre Pérez Reverte y Vázquez Figueroa. En relación con esto véase: yo, mi reseña a la novela gráfica de Limpieza de sangre, donde establezco una comparación similar. Me siento profundamente legitimado.

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