jueves, 27 de diciembre de 2012

Una noche con Sabrina Love, de Pedro Mairal

1.
Así como está la frase benjaminiana de que un hombre que se suicida a los 40 años es, en cada segundo de su vida, un hombre que se suicida a los 40 años, podríamos decir que Pedro Mairal es, para mí, en cada segundo de su vida, el hombre que escribe El año del desierto. Compro Una noche con Sabrina Love, su primera novela, siete años anterior a El año del desierto, de prepo, con un libro recién terminado en la mano, porque me lo encuentro en una mesa de ofertas y usados. En este solemne acto venzo la resistencia que me generan el sello Clarín y la foto de Cecilia Roth en la tapa -no tengo problema con Cecilia, por el contrario, pero me molestan las imágenes de películas en las tapas de los libros que son anteriores a las mismas-. La película la vi hace añares y por suerte no recuerdo más que una sinopsis de una línea en el estilo de las de la cartelera del mencionado Clarín, que podría ser "Un chico de pueblo cumple el sueño de pasar una noche con la mujer de sus fantasías" o algo por el estilo. Sin embargo, me resulta imposible imaginar a los protagonistas como deben ser: ella no deja de ser la Roth y él no deja de ser Cabré. Aunque en la película sea Tomás Fonzi: por desgracia, se me aparece Nicolás Cabré.

2.
Como sospeché, la novela está buenísima. En el año en que le dieron el premio, los jurados eran Guillermo Cabrera Infante, Augusto Roa Bastos y Adolfo Bioy Casares (hoy todos muertos). Qué zarpado que te premien esos sujetos. Bioy dice: "Empecé a leer tu novela y no me pude desprender de ella". Bueno, es bastante adictiva. Pero lo más importante es que es una novela muy inteligente. La estructura es clásica y es perfecta. Los episodios, es decir, cada una de las situaciones que van apareciendo en la historia (al margen de los capítulos) están excelentemente pensados. Lo único que le podría criticar en forma negativa son algunas cosas que me parecieron raras por cómo están escritas, como por ejemplo esta frase: "Él siguió tomando cerveza, incrédulo del encuentro reciente", y que suman pretención a una novela que no es pretenciosa y de hecho destaca por su sencillez. Sólo esas cosas delatan la edad: Mairal tenía 24 cuando ganó el premio (capo). Esas cosas, y la capacidad esa de evocar emociones que tienen que ver con el fin de la adolescencia y que uno va perdiendo.

3.
Entre otras partes, me gustó esto:
Daniel se acordó de cuando miraba televisión con su abuela. Él cambiaba tan seguido de canal, que ella mezclaba los hilos narrativos de las distintas películas y tejía su propia historia, que tenía la virtud de ser siempre feliz, porque cuando, después de estar un rato frente a la pantalla, aparecía una escena de risas o de abrazos o declaraciones de amor, ella se levantaba y decía "qué lindo como terminó", dejándolo a Daniel perplejo, preguntándose cómo habría sido la historia que había armado su abuela. 

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