lunes, 20 de febrero de 2012

Miedo y asco en Las Vegas, de Hunter Stockton Thompson

1. "Me sentía como una monstruosa reencarnación de Horatio Alger", dice al final del libro. Recién ahora me fijo quién es Horatio Alger, al que Thompson menciona todo el tiempo (las cosas son "muy Horatio Alger") y resulta que ya en otra ocasión lo había buscado. Alger es el escritor que en el siglo XIX se encargó de instalar en los americanos la idea de que un pobre con esfuerzo y trabajo duro puede llegar a ser un hombre feliz de clase media. El llamado mito de Horatio Alger es la versión decimonónica del Sueño Americano.

2. Miedo y asco en Las Vegas no es sólamente un libro sobre drogas: es más bien un libro sobre (contra) el Sueño Americano, con drogas. Eso sí: las drogas tapan el tema principal casi todo el tiempo. Quizás si lo leés en inglés, o si sos yanqui, o si le prestás mucha atención, no te pase lo que a mí, pero si bien noté que había cierta profundidad no pude ni intenté evitar leer la novela como una serie de anécdotas drogonas superficiales en tono de parodia. Probablemente tendría que haber leído a Hunter Thompson en la época en que era joven y leía a Kerouac y a Burroughs, me hubiera gustado mucho más. El tema de los flashes en los libros ya no me resulta atractivo.

3. Otro motivo por el que quizás no lo haya pasado tan bien es que, hasta bien avanzada la lectura, la película es igual al libro. Eso nos hablará muy bien del capo de Terry Gilliam, que pudo adaptar así de fielmente un texto así de difícil, pero bueno, cuando la lees ya sabés todo lo que va a pasar.

4. Una parte está mejor en la película que en el libro: la de Lucy, la loca que pinta a Barbara Streisand. Acá es una parte más, quizás un poquito más densa. En la película me la acuerdo angustiante y desagradable: es decir mucho más potente.

5. Thompson dedica el libro a Bob Dylan por esta canción:

domingo, 12 de febrero de 2012

Trabajo y cultura afro en la Argentina, de la Subsecretaría de Relaciones Laborales

1. Un día del año pasado el ministro Carlos Tomada se dio cuenta de que decir "trabajo en negro" quedaba mal, y el término se cambió al de trabajo informal o ilegal en los documentos oficiales. Pero además de eso, Tomada decidió promover la organización de una jornada de debate, con académicos y miembros de organizaciones afroargentinas. La jornada estuvo a cargo del Subsecretario de Relaciones Laborales Álvaro Ruiz, y del amigo de todos los estudiantes de Puán, el Doctor Don Huguito 678 Trinchero. Y sí, la jornada se hizo en Puán. Después, Álvaro Ruiz editó parte de la jornada en forma de libro, y yo la leí en un avión por esto de que por motivos ocupacionales tengo que informarme sobre los afros. Las estrellas del índice son probablemente los ministros Tomada, que abre, y Alberto Sileoni, que cierra. Pero además figuran, para alegría de los puanners que leemos este libro por motivos ocupacionales, el amigo Trinchero y la Mgt Marisa Pineau (siempre es un incentivo, cuando nos enfrentamos a una lectura que en principio parece tan árida, encontrar un personaje conocido en el índice, aunque sea UN motivo de semicuriosidad). Contra todo pronóstico, la lectura fue amena, rápida y por momentos divertida.

2. Carlos Tomada es un buen orador, yo lo vi una vez hablando frente a pibes de secundaria acerca del 2001 y a pesar de que enfrentaba un público mayoritariamente hijo de gorilas, logró cautivarlos. Acá habla de lo que decíamos en el punto 1: resulta que la expresión "trabajo en negro" se usa sólo en Argentina: ni en Uruguay existe. Tomada también dice que en la Argentina la idea de libertad "pretendió ser sustituida por la palabra libertad, hermosa palabra también (...) pero todos sabemos que si no hay igualdad en una sociedad, la libertad no es efectiva".

3. A Hugo Trinchero sólo lo vi en la tele, y eso que es el decano de Filosofía y Letras. Dicen que se parece a Mr. Sheffield. En el libro su elocución dura carilla y media. Hace una crítica a La Nación, una chupada de medias al gobierno y no mucho más. Citemos: "Esta es una Facultad de puertas abiertas, una Facultad que quiere colocarse en sintonía con el proyecto nacional y popular..."

4. La primera mesa de la jornada se llama "Del trabajo esclavo al reconocimiento de la ley". Hablan algunos afroargentinos, miembros de la Asociación Misibamba de Merlo, y algunos académicos. Los de Misibamba hacen más que nada un recuento de anécdotas y la justa reivindicación de su existencia. Porque no estamos diciendo lo más importante, y es que la jornada implica una visibilización oficial de los que oficialmente siempre habían sido invisibilizados. Los remito a la reseña de Buenos Aires Negra. Después pasa algo muy gracioso que es que habla la "Mgt en Ciencias Sociales" Liliana Crespi, agradece a Marisa Pineau el que le haya dado el lugar para participar, y se hace un choclo. Confunde trabajo en negro, trabajo informal, trabajo ilegal y trabajo esclavo, cláramente no entiende la diferencia entre el actual trabajo en negro y el actual trabajo forzado o esclavo -por lo menos en el rato que dura su exposición- y bueno, debe haber sido bárbaro estar ahí. Da un poco de pena, debe haber quedado mal. Y al final un tipo Enrique Manson, historiador y kirchnerista por lo que veo en una gugleada, aguijonea al público con lo de que la esclavitud en la Argentina no fue tan grave (pero sin terminar de decirlo).

5. Este panel debe haber estado interesante. "Invisibilización de los negros y construcción histórico social de una Argentina blanca y europea en el siglo XX". Lamentablemente, los editores no desgrabaron las preguntas del público y la parte de los debates. La primera expositora se llama Karina Bidaseca (doctora), claramente feminista, y es la primera del libro en empezar a vomitar apellidos de teóricos. Aníbal Quijano, Wallerstein, Zizek, Bhabha, Fanon, Césaire, Sartre, obviamente Said y sigue. En dos carillas eh. Y después, cuenta las conclusiones de una encuesta: única parte que me gustó y que aporta.

6. Le sigue un señor Lic. Norberto Pablo Cirio, de la Asociación Misibamba. De pronto, después de leer 47 páginas, leo algo inteligente, es decir, un poco más elaborado. "Si contratar fuerza de trabajo o vender mercancía 'en negro' implica, en esencia, evadir impuestos, entonces podemos entender tal accionar como una variante del contrabando (...), no había diferencia existencial entre comerciar bebidas o ganado (...) y negros". Para Cirio, trabajar "en negro" no se refiere a trabajar como un esclavo, sino a trabajar para un contrabandista, por decirlo así. "Considero, en esta evaluación diagnóstica, que la locución adverbial "en negro" está menos vinculada al esclavizado que al esclavócrata, pues nace de la visión hegemónica, blanca, de la institución de la esclavitud en tanto inescrupulosa fuente de riqueza". Me pareció ingenioso.

7. Alejandro Frigerio (http://alejandrofrigerio.blogspot.com) también dice algo muy inteligente. ¿Vieron que la gente que dice "negro de mierda" después dice que no está siendo racista, y después dice cosas como "esos son negros de alma" o cosas así? Frigerio relaciona el tópico del "cabecita negra" con el tema de la invisibilización: "hay un sistema que permite simultáneamente la ilusión de una blanquedad generalizada (...) y que a la vez marginaliza e invisibiliza a quienes no son considerados suficientemente blancos". Y, por si fuera poco, "no todos los 'negros cabeza' son afrodescendientes, pero muchos sí lo son". A mí me parece que el planteo es impecable. De lo mismo hablan Fidel Nadal (afroargentino) y otros en este video.

8. Y el último de la mesa también dice algo interesante. Federico Pita se llama, presidente de la Diafar (Diáspora Africana en la Argentina). Transcribo algunas frases: "Sobrevino la fiebre y se acabaron los negros en la Argentina. Parece una clase de virus que atacaba nada más que a negros, ¿no?"; "...Sarmiento (...) creó nada más y nada menos que el sistema estadístico del país, basándose en sus ideas racistas y llevándolas a la práctica"; "...crearon categorías ficticias como 'trigueño' (...) ¿cuál es la raza trigueña?". Por poco no putea el señor, pero tiene razón. También rebate la idea instalada de que los negros murieron en las guerras: las mujeres negras y los hijos pequeños no fueron a las guerras.

9. Tercer panel: huellas del trabajo esclavo en la Argentina del siglo XXI. Luciano Beccaria presenta una investigación de la UBA en la que participó, sobre talleres textiles clandestinos y su relación con los medios, la discriminación y la emigración. Menciona el caso del taller que se incendió en Caballito, habla de la "bolivianización" de la noticia por los medios: cuando los periodistas simplifican la historia reduciéndola a parámetros ya conocidos (esclavitud) y a sujetos "ajenos" a la colectividad (bolivianos), y bueno, más cosas. La Mgt Marisa Pineau habla de la definición de esclavitud. Nengumbi Celestin Sukama, del CONAFRO, habla un poco de todo y del momento político. Álvaro Ruiz habla del momento político. Y la Dra. Alicia Ruiz dice que la igualdad se organiza a partir de las diferencias.

10. El cierre a cargo de Alberto Sileoni está bueno. Debe ser buen orador, nunca lo vi. Esta buena esta frase: "La escuela debe hacer saber a los chicos y a las chicas desde el nivel inicial que es un extraordinario acto de necedad perderse la riqueza que nos da uno que es diferente a nosotros; es un acto de necedad imposible de repetir (...) Es la misión de una sociedad justa también". Fin. Después hay apéndices ilegibles.

sábado, 11 de febrero de 2012

El jugador, de Fiódor Dostoievski

1. Vamos que escribo éste y destrabo un montón de reseñas que ya tengo escritas hace mil pero no puedo publicar.

2. Es que, ¿qué puedo decir de Fiódor? Que es un capo ya lo sabemos, el más capo. Que tiene punch, que termina los capítulos con un suspense del que J. K. Rowling debe haberlo aprendido todo. Que es divertido, contra la opinión popular. Que es popular. Y también todo lo demás que alguna vez haya dicho sobre él.

3. De la novela puedo decir que la leí en tres días. En Madrid. Y que mi edición es de la hermosa colección tapa dura corazón contento de Club Bruguera, la que yo colecciono, valga la válgala.

4. Una familia artistocrática rusa en una ciudad de veraneo a orillas del Rihn. No tienen un peso, tienen que aparentar, esperan impacientemente un telegrama de Rusia que confirme la muerte de la abuela testamentaria. El General, padre de la familia, es el más desesperado: si no recupera su status pierde el amor de su buscona, interpretada por la gran mademoiselle Blanche. El protagónico es del maestro, contratado por la familia para la educación de los niños, enamorado de la madre de sus educandos, nietos del General. No cobra hace meses por la situación, pero se queda por su amor enfermizo y masoquista. Olvidé decir algo central: la ciudad se llama Ruletenburgo, y está plagada de casinos, de los que todos, pero sobretodo el maestro, deben mantenerse alejados. Adivinen: ¿el maestro va al casino?

5. A la mitad de la novela pasa algo tan brillante que te dan ganas de viajar al pasado y darle a Fiódor un Oscar a Mejor Guión, un Nóbel de Química, un Doctorado Honoris Causa de la Universidad de mi Corazón.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Buenos Aires Negra, de Daniel Schávelzon

1. Primero hay que decir que no lo leí por placer, sino por informarme, y que sin embargo, salvo algunas partes más arqueológicas, no la pasé tan mal. El libro se llama Buenos Aires Negra: Arqueología histórica de una ciudad silenciada, y como su nombre lo indica, habla de los afrodescendientes (los esclavos africanos y sus hijos y nietos y generaciones subsiguientes) en Argentina y en particular en Buenos Aires. El autor es arqueólogo (como Indiana Jones pero sin látigo: yo cuando era chico quería ser arqueólogo) y el cariz de todo el libro es arqueológico. Se habla de dónde, cuándo y cómo vivieron los negros en Buenos Aires a partir de hallazgos en excavasiones. La parte más interesante es la del principio, en la que repasa y rebate lo que nos contaron en la escuela y es opinión popular: que los negros en Argentina no existen más porque los mató la guerra de la Independencia, la del Paraguay y después en San Telmo la peste amarilla. Lo cierto es que los negros (o los afrodescendientes o afroargentinos, como es políticamente correcto llamarles) no desaparecieron. Lo cierto también es que sí disminuyó mucho su número en el siglo XX respecto del siglo XIX cuando eran, al comienzo, un tercio de la población. Lo que pasó se llama invisibilización: los afrodescendientes fueron invisibilizados por un discurso europeizante -el que todos conocemos, el de Civilización o Barbarie y la revista Billiken- que dura hasta hoy. Respecto de la disminución de la población afro, Schávelzon dice que lo que pasó fue "un lento suicidio colectivo que implicó reducir al mínimo la reproducción biológica". En su opinión, fue una forma de resistencia. La idea es interesante, y obviamente la desarrolla más de lo que lo estamos haciendo ahora, pero para más información lean el libro (o busquen en internet, no debe ser Schávelzon el único con esta hipótesis).

2. A lo largo de esta primera parte del libro, Schávelzon va demostrando con distintas fuentes (pinturas, escritos) la fuerte presencia y la marcada autonomía cultural de los afrodescendientes todo a lo largo del siglo XIX: habla de religión propia, de ceremonias, de lugares de reunión, de naciones. Luego sí, el libro se vuelve arqueológico y el autor habla del descubrimiento arqueológico de la cultura afro en la Argentina. Esa parte no deja de estar bien escrita, aún para neófitos, pero tampoco deja de ser un poco demasiado específica para un libro de divulgación. Igual está bien, a otro le puede gustar más que a mí. En los dos últimos capítulos, el libro vuelve a reflexionar acerca de la emancipación y la "extinción" de los afros, en un final emotivo con poesía y todo.

3. Viene con fotos, eso está bueno. Algunos de los objetos hallados que describe no se entendería sin ellas.

martes, 7 de febrero de 2012

El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad

1. José Conrad en realidad se llamaba Józef Teodor Konrad Korzeniowski y era polaco. El libro lo empecé en Polonia. ¡Ja! ¡Qué falsh! Me caigo y me levanto. Para una biografía, wikipedia, o el prólogo de Pablo Ingberg en la edición de Losada que leí yo, que también es el traductor y también se llama exactamente igual que un pibe que yo conozco y ustedes no.

2. El corazón de las tinieblas es el libro en el que se basa F. F. Coppola para hacer Apocalypse Now, probablemente una de las mejores películas del universo. Pero en vez de suceder durante la guerra de Vietnam, ocurre y acontece y tiene lugar y pasa en el Estado Libre del Congo, nombre que llevaba este país en la época en que era propiedad personal (y no dominio colonial) de uno de los reyes más hijos de puta del mundo, Leopoldo II de Bélgica. O sea en algún momento entre 1885 y 1908. Y Kurtz, en vez de ser Marlon Brando, es un agente de la empresa extractiva de oro que opera ahí, entrando por el río hacia el corazón del continente. Al protagonista lo contratan como capitán del barco fluvial que tiene que llevarle provisiones a Kurtz, con el que perdieron contacto hace como un año. Suele decirse y no digo lo contrario, que El corazón de las tinieblas es un libro de denuncia contra los males del colonialismo y que está basado en la experiencia personal del autor cuando de romántico nomás se mandó a marino.

3. Está muy bueno y hay mucho más para agregar pero eso no significa que yo lo vaya a hacer, ¿no?